miércoles, 30 de abril de 2014

El Show de Juana

Por fin se bajó el telón delante de sus ojos entusiasmados, mientras, el público continuaba con los aplausos después del show de Juana. Las compañeras fueron primeras en felicitarla por el maravilloso trabajo, pero su inquieta mente solo quería saber si la persona que le dio la vida sigue estando orgullosa de ella.
No fue fácil convencerla para que esa misma noche fuera a verla. Por eso antes del comienzo de la función, se asomó por el ligero telón entreabierto y justo enfrente, espió por unos segundos a su madre. Estuvo sentada en el centro del salón en aquel bar. 
La ovación siguió sin acabar. El dueño y jefe de Juana, se acercó al escenario para apartar a las jóvenes que atosigaban sin cesar a la estrella de la noche. 

- ¡Arreando! Salid que voy a subir de nuevo el telón. Tu, quédate aquí y da las gracias al público. 

No dijo palabra ninguna. Como estatua mirando al frente, mientras alzó otra vez la tela roja el dueño, localizó la figura de su mayor tesoro, su madre. El zumbido de elogios se fue haciendo mayor por momentos, y en la cabeza de Juana, iba desapareciendo esos agradecimientos en forma de aplausos mientras vio que la única persona importante en su vida, no aplaudía. 
En ese instante se levantó de la mesa vacía, no consumió nada durante todo el acto. Se produjo un encuentro de miradas que dolían. Y un movimiento de cabeza de su madre transformado en navajas atravesándole justamente el corazón, entre el clamor del público apasionado.
Unas ligeras gotas de lágrimas fueron surcando las mejillas maquilladas de Juana, acabando algunas en el suelo de madera, en sus tacones de quince centímetros negro charol o en sus pechos de mentira. 
El telón volvió a bajar. Esta vez Juana se fue al camerino siendo la persona que realmente es, como ella quería. Aunque la realidad, es otra. 




jueves, 17 de abril de 2014

¡Alto ahí!

"Buenos días. Documentación por favor…" Escuché esa frase de tono serio a lo lejos y mis testículos se pusieron de corbata. Lo primero que pensé fue en salir corriendo. Pero giré y me quedé fijamente mirando a los agentes que se dirigían con paso firme hacia donde se encontraba mi cuerpo en forma de estatua. En mitad de la calle, solo oí mi conciencia gritándome: "Pero… ¿Qué hiciste ya?"
Y mientras tanto, mi mano temblorosa sacó la cartera que tenía en el bolsillo con la documentación. Los nervios no me dejaron encontrar el DNI para enseñárselo al agente que me lo pidió tan “amablemente”, hasta que al final se cayó todo al suelo mugriento de la ciudad. El dinero, las tarjetas… Me agaché para recoger aquello cuando uno de ellos gritó a pleno pulmón: "¡Eh! ¡Alto ahí! ¡¡No se mueva!!" 
Hinqué las rodillas en el asfalto, la cabeza agachada y puse las manos sobre la nuca. Llorando por la situación grité: - ¡Soy inocente!
Cuando, de repente, sentí una gran brisa pasar por mis costados. Levanté la mirada y solo observé el final de la calle. Respiré aliviado sí. Pero cuando miré alrededor, vi a los viandantes sorprendidos por la escena, sobre todo, cuando me di cuenta que no era a mí a quien buscaban… ¿O sí?



sábado, 5 de abril de 2014

Así es la vida

Al igual que un pirata atraviesa los mares buscando su fortuna, en los momentos de  más tranquilidad la tormenta se presenta sutil. Pretende derribar el navío del humilde corsario. No dudo que luche contra viento y marea para salvarse del vendaval, pero a veces siempre es mejor retirarse a tiempo, y que sea lo que Dios quiera. 

Unas veces se gana. Otras, se pierde.

Al igual que un niño tapado bajo unas sábanas blancas, asustado por si aparecen los fantasmas perversos (esos con los que soñó). Lloriquea en secreto para no despertar a los diabólicos espíritus. No dudo que en plena oscuridad se levante con firmeza para ir hacia el interruptor, y así lograr esa luz que espanta lo siniestro. Pero su madre le escucha, y le salva de su terrible pesadilla.  

Unas veces no puedes vencer con pavor. Sin duda, siempre gana la valentía. 

Ella juega. Tu decides. Así es la vida.